Un trabajo que empezó el 2009 el genealogista holandés Ronald Elward, con los auspicios de El Comercio. Durante este tiempo él revisó todos los archivos parroquiales de la antigua capital imperial, así como gran cantidad de documentos de los últimos 300 años que todavía se conservan en notarías cusqueñas.
En total, Elward ha examinado unas 60.000 páginas, las que incluyen partidas de bautizo, defunción y matrimonios, así como testamentos de familias de la antigua nobleza inca. Este trabajo permitió establecer los vínculos entre los descendientes vivos y sus ilustres antepasados. Nunca antes en el país se había realizado un trabajo de esta dimensión, que empieza a reconectar los eslabones de una historia que se creía perdida para siempre.